Camino de su primer trabajo, se quedó sin voz.
Aprisa, desde la periferia al centro de hormigón,
vio gente tomando café y charlando sobre mascotas.
Cogió el autobús y observó a los ancianos, yendo sin rumbo a ninguna parte.
Apretó el botón en su parada ante edificios de vidrio que la reflejaban.
En aquellos espejos se vio deforme,
intentó aclarar la garganta y preguntar por una calle.
Volvió la vista buscando a alguien, pero sólo encontró cristales transparentes
y detrás las oficinas, los oficinistas, los ordenadores reiniciando.
Entonces intentó decir "mierda",para si misma, pero se dio cuenta de que ya no tenía voz.
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